martes, 27 de septiembre de 2011

EL CAPITALISMO DICE SERVIR A TODOS CON LA CONDICIÓN DE EXPLOTARLOS


Las finanzas modernas nos llevan también a la II Gran Depresión

Hoy es posible especular con cualquier producto (desde deuda pública hasta materias primas) y además ese es el objetivo de todo agente financiero...
Están corriendo como la pólvora unas declaraciones de un agente financiero en las que asegura, entre otras cosas, que el mundo lo gobierna Goldman Sachs y que los financieros están deseando otra gran crisis. Es una entrevista a la BBC que puede verse  aquí  (en inglés), y que tras su difusión ha sembrado el pánico entre la ciudadanía. El pánico por lo que predice y el pánico por lo que reconoce de su propia profesión.
Por raro que parezca no hay nada raro en sus declaraciones. Cualquiera que haya hablado con inversores financieros sabrá que las cosas son aún mucho más duras de las que este hombre reconoce por televisión. Que la gente se sorprenda, y con razón, tiene más que ver con el carácter benevolente que la propaganda atribuye a las finanzas modernas y con el desconocimiento generalizado de cómo funcionan los mecanismos financieros.
En la teoría las finanzas son las instituciones (bancos, fondos de inversión, agentes financieros) que ayudan a la actividad productiva al canalizar el dinero del ahorro hacia la inversión y el consumo. Es decir, si uno no nace millonario y quiere montar una empresa necesita pedir prestado un dinero, que provendrá de los agentes (hogares, empresas o Estados) que tienen dinero ahorrado. En esas circunstancias el banco, o cualquier otro intermediario financiero, lo que hace es mediar para canalizar ese ahorro. Paga, por ejemplo, un 1% a los ahorradores y cobra un 5%, por ejemplo, a la persona que quiere montar la empresa. El nuevo empresario esperará generar actividad suficiente para pagar a sus trabajadores, reponer los medios gastados, pagar los intereses al banco y, aún así, ganar dinero.
Ese mecanismo tan simple en efecto opera así en estadios iniciales de desarrollo. Pero según se desarrollan las finanzas las cosas se complican (para ver una explicación algo más detallada puede leerse “¿Qué es la financiarización?“). Las grandes empresas ya no acuden a los bancos a financiarse sino que pueden emitir sus propios títulos en los mercados financieros para obtener dinero. Los intermediarios cambian y también las formas. La desregulación financiera acometida entre los años ochenta y noventa dio lugar a un sin fin de nuevos agentes financieros, nuevos productos financieros y nuevas prácticas especulativas. Hasta entonces las finanzas se habían mantenido a raya por la regulación, y tenían restringidas muchas operaciones que hoy practican cada día. Pero el ascenso al poder de gobiernos de inspiración neoliberal (que proclamaba el libre mercado hasta sus últimas consecuencias) cambió todo eso.
Hoy es posible especular con cualquier producto (desde deuda pública hasta materias primas) y además ese es el objetivo de todo agente financiero. De hecho es la razón por la cual es un agente financiero, pues si no actuara así no podría sobrevivir como tal. Es fácil de explicar y vamos a ver dos ejemplos.
En el capitalismo de finales del siglo XVIII se caracterizaba por la existencia clara de capitalistas industriales. Empresarios como Heredia en Málaga hicieron grandes fortunas invirtiendo su dinero en la creación de empresas productivas. Ellos ponían su dinero en la compra de maquinaria y la contratación de trabajadores, y se preocupaban por el destino de su empresa. Eran capitalistas activos, pues el destino de la empresa era también el destino de su propio dinero.
En el capitalismo moderno, en cambio, los accionistas son capitalistas pasivos, nada preocupados por saber dónde ni cómo se invierte el dinero. Dado que los mercados son muy líquidos cualquier inversor puede vender sus títulos (acciones, bonos, etc.) en un momento y deshacerse del riesgo que conlleva esa actividad. Por eso hoy los inversores no son como Heredia y otros industriales sino que son fondos de inversión (soberanos, hedge funds, fondos de pensiones, etc.) que compran y venden títulos en función de sus estrategias particulares. No se preocupan por la economía real ni, por supuesto (como tampoco los Heredia), por las necesidades de la sociedad. Su único objetivo es la rentabilidad: máximo beneficio en el menor espacio de tiempo posible. Y los gestores de esos fondos son los bancos, quienes tienen su propio equipo de traders (como el del vídeo).
Esos traders o comisionistas cobran en función de los beneficios obtenidos, y no importa si se han logrado gracias a que los Estados sufren ataques especulativos sobre sus deudas o monedas, o si han sido obtenidos gracias a incrementar el precio de los alimentos -con consecuencias criminales para la mayoría de la población mundial. El fin justifica los medios en las finanzas. Y además es así porque si alguno (un trader cualquiera) se rebela… tenemos a cientos de miles de traders dispuestos a ocupar su lugar. Puede leerse  esta explicación que hice sobre los hedge funds.
Sólo hay una forma de luchar contra esta lacra. Regulación, regulación y más regulación. Prohibir los paraísos fiscales, desde donde se opera en casi todas las ocasiones. Prohibir las prácticas especulativas y mecanismos aberrantes como los CDS, Hedge Funds y otros tantos. Reformular los esquemas de incentivos financieros, estableciendo fuertes impuestos a las transacciones financieras y a los beneficios empresariales derivados de las finanzas. Hay que recuperar a las finanzas como herramienta para hacer política económica, y eso supone directamente nacionalizar la banca. La banca pública es fundamental para canalizar el ahorro hacia las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan la mayor parte del empleo en este país. No va a ser fácil, pues hay sectores muy poderosos dispuestos a oponerse radicalmente y a pagar a mercenarios para justificar lo injustificable. Pero de que se logre depende que vayamos a una nueva Gran Depresión o no.

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