martes, 27 de septiembre de 2011

Geopolítica brasileña

La fuerza geopolítica del Brasil es tan grande con relación a sus vecinos, con excepción de Argentina y Venezuela, que les rompe las costillas aún cuando quiere abrazarlos amistosamente. Al no existir una contraparte hispanoamericana, las líneas maestras de la política bandeirante no tienen freno. Lo anterior se halla estimulado por la herencia de la diplomacia de Portugal, que desplegó profesionalismo y creatividad para impedir que ambiciones expansionistas en el viejo continente terminen con su existencia. Esa geopolítica defensiva se transformó en geofagia en la América del Sur, en cuya historia aparecen no pocas veces los diplomáticos de Lisboa ganando contiendas al Imperio Hispano en la mesa de negociaciones, pese a haberlas perdido en los campos de batalla.
 
Su base de sustentación está en la burguesía de San Pablo, que convirtió a Brasil en acreedor del FMI, incrementó su influencia en el Banco Mundial, privatizó un tercio de la Amazonía en favor de ganaderos y madereros, logró que IIRSA se acomode a sus intereses de infraestructura vial, compró a Francia un submarino nuclear para proteger sus reservas de gas junto al mar, para luego anular la adquisición de aviones franceses y reemplazarlos por otros de fabricación estadounidense. Ha sido sede del Foro Social Mundial, en el que expusieron sus posiciones anticapitalistas Castro, Chávez y Evo Morales, sin preocuparse que la Fundación Ford, vinculada a la CIA y que ayudó a Hitler a tomar el poder, fuera una de sus principales auspiciadoras.

El pasar a rango de potencia emergente, junto a Rusia, India y China (BRIC), acentuará el pragmatismo de sus relaciones exteriores, más aún, después de haber inclinado la balanza a favor de Evo, cuando éste se hallaba enfrentado a la “Media Luna”, a la que se había infiltrado la separatista Nación “Camba”. El apoyo del ex líder obrero a las candidaturas del MAS, hizo que el Presidente boliviano calificara a Lula de “hermano mayor”, quien aprovechó esa condición para mantener el control sobre YPFB y facilitar créditos bancarios para carreteras.

En la frontera boliviana, son decenas los enfermos de poblaciones indígenas que acuden a hospitales de Brasil  y cientos los escolares que aprenden a leer en portugués, en tanto el país vecino se siente con derecho a postergar la siderurgia del Mutún, las separadoras de líquidos o la explotación del litio. Sólo muy de vez en cuando logra ponerse freno a desmedidos abusos de algún empresario brasileño, como ocurrió con Eike Batista, quien pretendía instalar una acería con carbón vegetal, a pocos kilómetros del gasoducto que exporta gas a San Pablo. Fue positivo el papel de Evo en combatir al separatismo e impulsar la conciencia indígena. Lástima que no hubiera desplegado similar empeño en desarrollar la conciencia nacional.

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