El CNT (Consejo Nacional de Transición), o sea los aliados libios de la OTAN, admitió que el hallazgo de una fosa común cerca de la cárcel de Abu Slim en Tripoli fue una gran mentira. Como se puede leer aquí en la Cnn,http://www.cnn.com/2011/09/25/world/africa/libya-mass-grave/index.html ?hpt=wo_c2,
Hablando por el CNT, Jamal Ben Noor del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, dijo que “Hemos investigado, y el sitio puede que no sea una fosa común porque los fragmentos de los huesos que se encontraron son demasiado grandes para que pertenezcan a seres humanos”.
El domingo 25 de septiembre los medios lanzaron la mentira de que una fosa común con mas de 1.000 cadáveres había sido hallada por las fuerzas pro-Otan en la prisión de Abu Slim. Eso significaría que una vez más el gobierno de Gadafi ordenaba asesinatos masivos contra opositores en esa cárcel.
Fue precisamente el CNT quien llevó a los periodistas a este lugar. Sin embargo, la misma CNN que estuvo allá con su equipo y algunos médicos constató que: 1) los fragmentos de huesos que el CNT enseñó a los periodistas no eran de humanos; 2) no había excavaciones, entonces ¿cómo decir que yacían 1.200 cadáveres?
Esto, no obstante, no fue suficiente para que todos los medios occidentales al unísono escribiesen noticias en relación al hallazgo de una “fosa común” con más de 1200 muertos en Abu Slim, afirmando la noticia como una verdad irrefutable, y sin dar una mínima posibilidad para el cuestionamiento sobre su veracidad o no.
Después de unas horas, al ver que los periodistas que se personaron en el lugar no estaban dispuestos a comprarles la historia sin más, el propio CNT tuvo que admitir solapadamente que aquello era mentira. Y esta no es la primera vez: el CNT y sus aliados occidentales (gobiernos y ong) divulgan mentiras desde febrero, como la de los falsos bombardeos de la aviación contra manifestaciones pacíficas, o cuando también en febrero lanzaron la noticia de otra fosa común cerca de la playa en Tripoli. Todas estas mentiras dieron rápidamente la vuelta al mundo convertidas por la prensa occidental en verdades absolutas.
Así son también, pues, las guerras del siglo XXI, con la mentira y la propaganda como un arma más de combate para los ejércitos que quieren invadir y ocupar países soberanos, en tanto y cuanto necesitan convencer a su propia opinión pública de que lo que están haciendo allí es algo justo y humanitario; justamente, en realidad, lo contrario de lo que van a hacer a esos lugares, que es cualquier cosa menos justo, y mucho menos humanitario.
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