Francia no es España
Financial Red
¿Les suena la música, verdad? Cada
vez que un Estado de la Eurozona se asomaba al abismo de la crisis recurría
inmediatamente a ese soniquete para desmarcarse de la economía que acababa de
despeñarse o que ya se había estampado contra el suelo. La fórmula era el
anuncio inequívoco de que los “mercados” lo habían situado en su punto de mira
y, sabedores de que podían ganar mucho dinero con poco riesgo, apostaban
abiertamente por desestabilizar sus finanzas públicas.
Pues bien, le llegó el turno a Francia. La semana pasada Pierre Moscovici,
ministro de Economía francés, afirmaba en una entrevista con Financial Times:
“No,
no estamos aplicando las mismas reformas que España o Italia porque nosotros no
somos ni España ni Italia”. La misma melodía con distinta letra, así que
prepárense porque el baile va a comenzar de aquí a nada. De hecho, hoy mismo Moody's
ha rebajado ya la deuda de Francia un escalón, retirándole la triple
A.
La quinta mayor economía y la sexta potencia exportadora mundial está
descubriendo que su pertenencia a la Eurozona alemana ha resultado tan
comprometedora como lo ha sido para las economías periféricas. La erosión de la
competitividad, producto de no seguir el compás del duro proceso de ajuste al
que sometió Alemania a su mercado de trabajo, ha transformado el superávit por
cuenta corriente que tenía antes de la creación de euro en un déficit
persistente y en ascenso. A ello se le unen una deuda pública que supera ya el
90% del PIB, una tasa de desempleo creciente (por encima del 10% para la
población en general y del 25% para los jóvenes), un déficit público que supera
el 4% y que se ha comprometido a eliminar antes de 2017 y una tasa de
crecimiento del PIB prácticamente estancada.
Ante este panorama los mercados huelen la sangre; máxime cuando son
conscientes de que en Francia se librará la batalla decisiva sobre el futuro del
euro. Si la presión se hace irresistible y Francia no sólo entra en recesión
sino que tiene que pedir un rescate el euro no podrá sobrevivir. La medicina de
la austeridad habrá matado al paciente.
Pero, por otro lado, la ofensiva contra Francia también tiene interés porque
va a delimitar claramente los márgenes de actuación de la socialdemocracia
frente a la crisis europea. Unos márgenes que, si se aprecian las medidas
aprobadas hasta ahora por el gobierno de Hollande, son prácticamente nulos y se
encuadran dentro de lo que podríamos denominar como un “neoliberalismo de
izquierdas”.
Así, es cierto que ha aplicado medidas de fuerte carga simbólica, como el
incremento del tipo impositivo hasta el 75% en el Impuesto sobre la renta para
quienes ganen más de un millón de euros o mayores impuestos al reparto de
dividendos por las empresas.
Pero no es menos cierto que la presión de lo económicamente correcto no ha
tardado en imponerse ante la amenaza de la emergencia económica. Por ese lado,
el gobierno francés, preocupado por la pérdida de competitividad y asumiendo el
discurso neoliberal de que ésta sólo se puede recuperar a través de la deflación
salarial ha decidido reducir en 20 mil millones de euros los impuestos a las
empresas, lo que incluye reducciones en las cotizaciones a la seguridad social
pagadas por los empresarios. Y para compensar la pérdida de ingresos públicos
aplicará la misma política de Sarkozy, es decir, aplicará un incremento “social”
del IVA. De esa forma, los trabajadores no sólo verán mermado su salario
diferido por la vía de la reducción de las contribuciones empresariales a la
seguridad social sino que, además, verán afectada su renta disponible como
consecuencia del incremento de la imposición indirecta. Otra cantinela
neoliberal que también nos es conocida: la sustitución de gravámenes directos y
progresivos por gravámenes indirectos y regresivos que soporta toda la población
sin discriminación en función de su capacidad de pago.
En definitiva, si Hollande era la esperanza socialdemócrata para enfrentar la
crisis europea y la postura fundamentalista de Alemania, más vale que vaya
pasando el siguiente porque a Merkel no le ha durado ni un asalto.
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