Eurofascismo: la rebelión del sur
Socialismo 21
El término es de Emmanuel Todd. Lo
que quiere decir es claro y directo: las políticas que están poniendo en
práctica las instituciones de la Unión Europea están creando condiciones para el
retorno del fascismo en el sur de Europa. ¿Exageración? No lo creo. Vayamos a
los hechos.
Las así llamadas políticas de ajuste y austeridad están significando una
autentica involución civilizatoria en estas sociedades. El objetivo es
transparente: una enorme redistribución de riqueza, renta y poder en favor de
los grupos económicamente dominantes, de la plutocracia. Ahora se trata de
devolver a los bancos alemanes, franceses y demás acreedores preferentes (se han
cambiado constituciones, como la española, para garantizar esto) lo que
prestaron a los bancos y a empresas de sur.
Se rescatan bancos y no países; para decirlo con más precisión, son los
ciudadanos y ciudadanas, las mayorías sociales, los que tienen ahora que pagar
la enorme factura de despilfarros, especulaciones sin límites e ineficiencias
generalizadas de unos grupos de poder económico que durante una décadas
realizaron la vieja utopía del alquimista: convertir en oro las piedras, es
decir, ladrillos y terrenos en construcción.
Los neoliberales siempre lo han tenido claro: transformar la sociedad, usar
el poder político a fondo, intervenir coercitivamente (muchas veces previo
golpes de Estado) para mercantilizar las relaciones sociales, desregulando,
privatizando, desmontando, pieza a pieza, los controles sociales y políticos que
han protegido a las personas del capitalismo. La clave: realizar cambios de tal
magnitud y radicalidad que lo hagan irreversibles.
En eso son (contra) revolucionarios: transformar todas las estructuras
básicas para garantizar duraderamente el poder de los que no se presentan a las
elecciones y siempre mandan; si es posible, desde regímenes formalmente
democráticos y si no, estados de excepción y autoritarismo de geometría
variable.
Toda la sociedad subordinada a los intereses de la oligarquía financiera
Lo nuevo, aquí y ahora, es que son las instituciones dela Unión Europea, la
así llamada Troika (Banco Central, Comisión y FMI) las que está ejecutando sin
piedad estas políticas. Pasamos de “refundar el capitalismo”, al inicio de la
crisis, a subordinar a toda la sociedad a los intereses de una oligarquía
financiera sedienta de capital y necesitada de expropiar derechos y bienes
públicos a la ciudadanía.
No hay que engañarse demasiado. Se busca, se planifica conscientemente, la
inseguridad y el miedo: el pleno empleo con derechos un lujo de tiempos pasados,
los derechos sociales (educación, salud, servicios sociales) inasumibles en un
mundo globalizado; los sindicatos, un anacronismo condenado ya por la historia y
las pensiones públicas, un coste imposible ya de financiar.
Podríamos continuar y no iríamos muy lejos. Las poblaciones del sur de Europa
quieren conservar sus derechos y conquistas históricas en momentos que son más
necesarias que nunca. ¿Qué hacen? Luchan como pueden y votan contra los que
ejecutan políticas contrarias a sus intereses. Claro, la libertad de elección es
cada vez más limitada.
En España, en Portugal y en Grecia fue la socialdemocracia quien puso en
práctica los durísimos ajustes decretados por eso que eufemísticamente se llama
Europa. La consecuencia: fueron derrotados en las urnas a manos de unas derechas
que prometían en todas partes renegociar los recortes e iniciar la senda del
crecimiento y de la eficiencia.
La izquierda social y política salió muy debilitada del ciclo anterior de
crecimiento y la socialdemocracia, en todas partes, no ha hecho otra cosa que
aplicar las medidas de ajuste y doblegarse sin resistencia a los poderes
económicos reinantes
Lo que vino después es también conocido: ajustes aún más duros y uso de la
crisis para poner fin lo que queda del Estado social. Cuando, como en Grecia,
aparece una alternativa democrática solvente y nada radical, que solo pretende
evitar el holocausto social en curso, lo que se encuentra es el chantaje de la
Troika y la amenaza general (incluidos los gobiernos francés y alemán: los que
mandan) de que los griegos deben votar lo que se les ordena y que con Syriza
llegaría el caos y la quiebra del país.
¿Alguien se puede extrañar de que en un contexto así renazca el fascismo?
Desposeer a las personas de sus derechos, condenar a las sociedades al
desempleo, la precariedad y la pobreza; reducir las democracias realmente
existentes a simples juegos electorales que nada deciden y que someten a las
instituciones representativas a una lógica de poder que considera a la soberanía
popular un molesto y peligroso estorbo en tiempos como los presentes; países
convertidos de facto en protectorados de unos poderes omnímodos dirigidos por
una Alemania, de nuevo, invasora.
Pensar que todo esto no tendrá consecuencias es ponerse la venda delante de
los ojos y cegarse a la realidad. La nazifascista griega “Aurora Dorada” llegó
al 7 por ciento y las encuestas solventes le dan ahora un 15 y algunas un 20 por
ciento. Las sociedades no se suicidan pasivamente.
Ante semejante catástrofe social las poblaciones están reaccionando desde
contextos sociales y culturales nada fáciles. Se ha vivido, no se debe olvidar,
una época percibida mayoritariamente como buena o muy buena y enfrentarse, de
nuevo, a la dura realidad de la lucha y del conflicto social está siendo
traumática. La izquierda social y política salió muy debilitada del ciclo
anterior de crecimiento y la socialdemocracia, en todas partes, no ha hecho otra
cosa que aplicar las medidas de ajuste y doblegarse sin resistencia a los
poderes económicos reinantes.
Las políticas de ajuste y austeridad están significando una autentica
involución civilizatoria en las sociedades del Sur de Europa. El objetivo es
transparente: una enorme redistribución de riqueza, renta y poder en favor de
los grupos económicamente dominantes, de la plutocracia
El 14N, Europa vivió un salto de cualidad
El 14 de noviembre Europa vivió un salto de cualidad. Por primera vez,
convocados por las centrales sindicales y por los movimientos sociales, miles de
trabajadores y de trabajadoras salieron a las calles reclamando un cambio
sustancial de las políticas económicas y sociales y soluciones reales a un
desempleo galopante, a la precariedad laboral y las dinámicas de exclusión
social y pobreza que se extiende como una mancha de aceite toxico sobre países,
sobre todo, del sur.
En España y Portugal se dio, por primera vez, una huelga general conjunta,
seguida, en parte, en Italia y acompañada por masivas manifestaciones en Grecia,
que en días previos realizó su enésima huelga general.
Parecería que las clases trabajadoras, los asalariados y los jóvenes salen de
la pasividad e inician la lucha. Lo fundamental, es que se empiezan a engarzar
“cuestión social”, “democratización política” y “soberanía nacional”.
En el centro, una alianza social muy amplia nucleada en torno a unas clases
trabajadoras (el así llamado precariado será un elemento clave) que empiezan a
comprender que no basta solo resistir (fundamental, por lo demás) sino que deben
dotarse de un proyecto de país que dispute la hegemonía a los poderes económicos
y a la socialdemocracia y que organice “el gran rechazo” a las fuerzas
fascistas.
Como siempre, serán los trabajadores y las trabajadoras los que tendrán que
defender las libertades y derechos enfrentándose a los poderes capitalistas
desde un proyecto democrático-popular que busque una nueva sociedad de hombres y
mujeres libres e iguales.
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