sábado, 8 de octubre de 2011

EE.UU: “Expresan la frustración del país”

Protestas en Estados Unidos se extienden a Indiana y Ohio.Dijeron que nunca podría suceder en Estados Unidos. Al pie de Wall Street, en el centro de la bestia del agresivo mercado financiero, dos mil manifestantes, en su mayoría jóvenes, protestaron contra la codicia de las empresas en Nueva York. Esa misma imagen se reprodujo en Washington veinticuatro horas más tarde. Ante este contagio de la protesta, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo ayer que los indignados que se manifiestan contra la desigualdad económica y la avaricia corporativa expresan la frustración del país.


La policía de Nueva York golpeó a los manifestantes con bastones y los roció con gas. Un oficial de camisa blanca pegaba indiscriminadamente a la multitud con su cachiporra. El aire olía a gas pimienta, y se oía a la multitud gritar: “¿A quién diablos están protegiendo?”. La generación Obama recibía una desagradable respuesta a la más básica pregunta. Estos manifestantes eran parte de una marcha denominada “Ocupen Wall Street”, en la Plaza Liberty en Manhattan, que vienen estando en ese lugar durante casi tres semanas.

Las imitaciones de las manifestaciones contra la injusticia económica están surgiendo en varias ciudades en Estados Unidos, y hay miles involucrados. Dos horas antes, bajo las resplandecientes ventanas de los palacios de finanzas de Wall Street, estuve en medio de una multitud de 20.000 estudiantes, obreros, activistas y enojados ciudadanos gritando sobre el sonido de los tambores. “La gente unida, ¡jamás será vencida!”, “Gracias a Dios por los sindicatos”, decía Lauri Faggoni, una cineasta, parada al lado mío entre la multitud.

Los sindicatos, entusiasmados por la energía de la protesta, rápidamente salieron a apoyar a los ocupantes, y se les unieron para una marcha y concentración en Foley Square, copiando su mantra: “Somos el 99 por ciento, la mayoría del pueblo estadounidense que fuimos estafados en nuestra parte de la riqueza de la nación por el restante ‘1 por ciento’”.

Mientras caía la noche, los tambores sonaban en los escalones de Liberty Plaza, donde había lugar sólo para estar parado. “Estamos aquí para agradecerles”, le dice a una multitud excitada un trabajador involucrado en la huelga contra Verizon. “Tenemos que recuperar esta ciudad, tenemos que recuperar este estado, y más importante aún, tenemos que recuperar nuestra democracia.” El proceso de recuperar la democracia, sin embargo, es raramente indoloro. A medida que seguía el grito de “marchen a Wall Street”, y un grupo se separaba para hacer exactamente eso, los policías comenzaban a moverse. Hasta la fecha se han registrado 23 arrestos de manifestantes pacíficos en Nueva York. En Broadway, en la intersección de Wall Street, los manifestantes fueron arrastrados desde la multitud o del pavimento, violentamente esposados y llevados por la policía.

El candidato presidencial republicano Herman Cain denunció las manifestaciones como “no estadounidenses” pero, en la multitud, un cartel de cartulina decía, “esto es patriótico”. Obama, en rueda de prensa en la Casa Blanca, refiriéndose a los “indignados”, reconoció: “Quien protesta está dando voz a una frustración más amplia por la forma en que funciona nuestro sistema financiero”. Obama aseguró haberse empeñado en la lucha para evitar los abusos del sistema financiero y se dirigió a los manifestantes: “Estén seguros de que nuestro objetivo es poner a los bancos e instituciones financieras en orden”. Los bancos deben “abandonar comportamientos que quizás no son ilegales pero que ciertamente parecen inmorales”, agregó. “Un sistema financiero sano requiere que los bancos compitan sobre la base de ofrecer mejores servicios, y no con costos ocultos y prácticas engañosas”, remarcó el presidente.

Los “indignados” de Estados Unidos llevaron ayer a Washington su pelea contra la desigualdad económica, luego de que su extendido movimiento tomara impulso con la adhesión de sindicatos y una masiva marcha en su ciudad natal de Nueva York, que fue su mayor demostración de fuerza hasta ahora. Nacido de las frustración de un puñado de jóvenes que el 17 de septiembre inició un campamento de protesta en Nueva York, originalmente desdeñado, el movimiento Occupy Wall Street no sólo creció, sino que se tornó cada vez más organizado y hoy ofrece asistencia médica y legal y hasta publica su propio diario. Con fecha cierta de inicio pero sin final aún determinado, el movimiento capitalino “Octubre 2011-Sacar el dinero de la política” comenzará a concentrarse a partir del mediodía en la Freedom Plaza (Plaza de la Libertad), un día antes del décimo aniversario de la invasión a Afganistán. Su objetivo es que desde la plaza, ubicada entre la Casa Blanca y el Congreso, el gobierno de Barack Obama y los legisladores escuchen sus reclamos para que los ricos y las corporaciones paguen impuestos y para finalizar la guerra, traer de regreso a las tropas y reducir el gasto militar.

Mientras la multitud de gente joven era sacada de Wall Street por la policía, sucedió algo extraordinario. Un hombre joven comenzó a gritar el texto de la Primera Enmienda de la Constitución. “El Congreso no hará ninguna ley para establecer una religión o prohibir la libre expresión”, comienza. 

Instantáneamente, usando la técnica del “micrófono humano” que han desarrollado los ocupantes para reproducir sus voces, otros miles se lo gritaban a él, condenando al agente de la policía por “recortar la libertad de expresión, o de la prensa, o el derecho de la gente de reunirse pacíficamente y peticionar al gobierno por una reparación de los agravios”.

Mientras los manifestantes toman las calles en ciudades en todo Estados Unidos, están en lo correcto al sentirse parte de un movimiento global, pero hay algo curiosamente estadounidense en este movimiento.

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