Los ministros de Defensa de la OTAN están decididos a seguir las operaciones en Libia, después de seis meses de haber comenzado la misión «Protector unificado». El secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, anunció en la reunión ministerial que la misión «está próxima a su fin», pero evitó detallar un calendario preciso. «Es cuestión de semanas», indicó un diplomático, mientras otro prevé un anuncio «de aquí a fin de mes si la tendencia actual se confirma».
La estrategia de la OTAN depende sobre todo de la situación en Sirte, asediada por las tropas del Consejo Nacional de Transición (CNT), desde hace semanas sin que hayan conseguido tomarla por la resistencia que encuentra en esta población leal a Muamar Gadafi. «Sirte es extremadamente simbólica», afirmó ayer el ministro francés de Defensa, Gérard Longuet.
Tres condiciones
La supuesta misión de proteger a los civiles se transforma en Sirte en un ataque sobre esa población, que huye en masa de los bombardeos y de la precaria situación humanitaria. Ayer se intensificaron los combates en el noreste de la ciudad, aunque en los últimos días han disminuido los ataques aéreos que permiten los avances del CNT. Aun así, se mantienen los vuelos por su «impacto psicológico». Además de la toma de Sirte, la OTAN condiciona el fin de las operaciones a tres factores: acabar con «los medios para atacar a civiles que conserva» el desaparecido régimen, eliminar la facultad de Gadafi de dar órdenes y que el nuevo régimen sea capaz de garantizar la seguridad, según el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, lo que permite a la OTAN alargar sin plazo su intervención.
La Alianza además tiene intención de continuar la vigilancia aérea y marítima después de que acaben los ataques. Tanto Rassmussen como Panetta insistieron en la necesidad de superar las «lagunas que han quedado expuestas» en Libia, en un mensaje que apunta directamente a los países europeos, que lideraron la operación pero necesitaron el apoyo de EEUU.
Por otro lado, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, puso en duda la afirmación de Rasmussen, de que la intervención de la OTAN en Libia ha conseguido «salvar innumerables vidas». «Son meras ilusiones», afirmó.
La estrategia de la OTAN depende sobre todo de la situación en Sirte, asediada por las tropas del Consejo Nacional de Transición (CNT), desde hace semanas sin que hayan conseguido tomarla por la resistencia que encuentra en esta población leal a Muamar Gadafi. «Sirte es extremadamente simbólica», afirmó ayer el ministro francés de Defensa, Gérard Longuet.
Tres condiciones
La supuesta misión de proteger a los civiles se transforma en Sirte en un ataque sobre esa población, que huye en masa de los bombardeos y de la precaria situación humanitaria. Ayer se intensificaron los combates en el noreste de la ciudad, aunque en los últimos días han disminuido los ataques aéreos que permiten los avances del CNT. Aun así, se mantienen los vuelos por su «impacto psicológico». Además de la toma de Sirte, la OTAN condiciona el fin de las operaciones a tres factores: acabar con «los medios para atacar a civiles que conserva» el desaparecido régimen, eliminar la facultad de Gadafi de dar órdenes y que el nuevo régimen sea capaz de garantizar la seguridad, según el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, lo que permite a la OTAN alargar sin plazo su intervención.
La Alianza además tiene intención de continuar la vigilancia aérea y marítima después de que acaben los ataques. Tanto Rassmussen como Panetta insistieron en la necesidad de superar las «lagunas que han quedado expuestas» en Libia, en un mensaje que apunta directamente a los países europeos, que lideraron la operación pero necesitaron el apoyo de EEUU.
Por otro lado, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, puso en duda la afirmación de Rasmussen, de que la intervención de la OTAN en Libia ha conseguido «salvar innumerables vidas». «Son meras ilusiones», afirmó.
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