sábado, 8 de octubre de 2011

El tema es la ecuanimidad

Nadie se opone a la unidad. Y nadie se opone a una Europa más fuerte, más unificada. A lo que se opone la gente es a la política; políticas que reducen los salarios de los trabajadores, privatizan activos estatales, aumentan el desempleo y prolongan la recesión. Es a lo que se opone la gente. La gente que quema coches y enfrenta a la policía en Atenas no lo hace porque odie la unidad. Lo que odia es una política que transfiere todo el peso de la crisis financiera sobre sus espaldas. El tema es la ecuanimidad, no la unidad.


Durante más de un año nos han estado hablando de una crisis de la deuda que se ha propagado de un país de la Unión Europea al otro. Pero hay que tener en cuenta que la crisis se predijo mucho antes de que surgieran problemas en Grecia. Desde el principio, los expertos advirtieron de que los defectos estructurales de la constitución de la unión monetaria terminarían por conducir al desastre. Y así ha sido. ¿Por qué entonces todos se hacen los sorprendidos? ¿Y por qué los políticos y los banqueros centrales se muestran tan ansiosos de culpar a Grecia? Se trata de un problema estructural. No tiene nada que ver con derroche, inmensos déficits presupuestarios, o “griegos perezosos”. Son pistas falsas. La moneda única buena para todos tenía que terminar en una catástrofe a menos que se tomaran medidas para nivelar el campo de juego fiscal. ¿Qué significa eso?

Ya lo veremos, pero primero, lo que sigue es un pasaje de un artículo en Delusional Economics que ayuda a colocar el problema en un contexto más amplio:
“…el modelo europeo se basa en que Alemania es una potencia industrial que ha deprimido sus salarios en comparación con su producción y en comparación con sus vecinos. Eso la ha convertido en un inmenso exportador neto hacia Europa y por ello parece tener en funcionamiento una economía sustentable. Pero para que ese sea el caso de otras naciones europeas tienen que ser importadoras netas. En vista de la moneda común, países dentro de Europa con diferentes capacidades productivas tenían la alternativa entre ser mercados laborales o mercados deudores. En vista de la liberalización del sistema bancario y la ilusión de la simetría del riesgo crediticio en toda Europa, muchas naciones eligieron el camino de la menor resistencia: La deuda. Al hacerlo, permitieron que Alemana siguiera exportando a Europa bajo la ilusión de sustentabilidad, pero como se comprueba ahora era mera ilusión. Débil voluntad política en la política fiscal, pérdida del control monetario nacional, banca desregulada a través de la frontera y la moneda única crearon un entorno de desequilibrio masivo.
Ahora hemos llegado al punto en el cual ese desequilibrio ha llevado a una crisis. La deuda que se acumuló en la periferia sobre la base de este modelo llegó a un punto en el que es inservible. Pero ha sido una relación simbiótica. Los exportadores netos necesitan que los importadores netos tomen continuamente deuda o no pueden financiar la compra de sus manufacturas o mantener sus sistemas bancarios que se basan en préstamos a las naciones endeudadas para financiar continuamente sus compras. Si se exigiera que la periferia deje de gastar se hundiría todo el barco. Es lo que estamos viendo ahora.” (“Europe must Choose” Delusional Economics)
Por lo tanto, pregúntate, querido lector, ¿cómo es posible que los mandamases del BCE no pudieron estimar que enormes flujos de capital y saldos en las cuentas iban a crear una crisis?

Es inexcusable, especialmente ya que se les había advertido una y otra vez que sucedería. Por lo tanto, ahora los mercados están agitados, los trabajadores alborotan en las calles, y la eurozona va a toda velocidad hacia el precipicio. ¿No habría costado menos y causado menos molestia si se hubiera prestado atención a lo que decían los expertos entonces?

Todo el mundo podía ver que iba a haber desequilibrios entre los países con déficit y los países con superávit. Por lo tanto, cuando los bancos y otras instituciones financieras comenzaron a abastecerse de bonos de los países deficitarios –en la creencia de que eran tan seguros como los bonos alemanes– debería haber una bandera roja de Bruselas ¿Verdad? Deberían haber anticipado que si Grecia se metía en dificultades, no sería capaz de pagar sus deudas y los bancos perderían miles de millones. Pero nadie dijo nada ¿Por qué?

¿Fue porque los bancos estaban acumulando los beneficios de las tasas altamente más altas de los bonos de los PIIGS? ¿Es porque el BCE simplemente hizo caso omiso?

No hay forma de saberlo con seguridad, pero el resultado final es que la compra de bonos por parte de los bancos contribuyó efectivamente a la actual crisis. Basta con echar un vistazo a lo siguiente del blog Streetlight:
“El factor que tienen en común los países en crisis es que, sin excepción, acumularon los mayores déficit en sus cuentas corrientes en la Eurozona durante el período 2000-2007. La relación entre los déficit presupuestarios y la crisis es mucho más débil; algunos de los países en crisis tuvieron significativos superávit promedio durante los años anteriores a la crisis, mientras algunos de los países de la Eurozona con grandes déficit fiscales no sufrieron la crisis. Es una prueba de que un aumento en los flujos de capital, no los déficit presupuestarios, puede haber sido lo que creó la base para la crisis.” (“¿Qué causó realmente la crisis en la Eurozona?” The Streetlight blog)
Esto significa que los déficit presupuestarios no causaron la crisis, de hecho, muchos de esos países realmente tenían superávit cuando sucedió. El problema fue el océano de capital extranjero que llegó continuamente. Una vez que el capital dejó de fluir –¡BUM!– comenzó la crisis. Algo más deStreetlight blog que ayuda a aclarar el punto:
“En resumen, parece que la crisis de la Eurozona es más consistente con el punto de vista de las causas sistémicas que con el de las causas locales. En otras palabras, aunque no tomaron necesariamente la decisión correcta en cada caso, los países periféricos de la Eurozona se enfrentaban a poderosas fuerzas exógenas –auges del flujo de capital y detenciones repentinas– que tendieron a empujarlos hacia la crisis financiera. Jugaban contra una baraja amañada.
Es útil revisar la historia macroeconómica de Europa periférica a la luz de esta interpretación. En lugar de que los grandes déficit en las cuentas corrientes hayan sido el resultado de mala administración fiscal o de consumo excesivo, los actuales déficit en las cuentas fueron la contraparte necesaria e inevitable del aumento en flujos de capital del centro de la Eurozona.” (“What Really Caused the Eurozone Crisis?, The Streetlight blog)
¡Oh, Dios mío! ¿Así que después de todo la crisis no fue causada realmente por “gastos derrochadores” o “griegos perezosos”, sino por flujos de capital? ¿Por qué entonces no se han introducido regulaciones a fin de controlar el movimiento perturbador de capital extranjero?

Bueno, porque eso significaría menos beneficios para los grandes grupos financieros; por lo tanto el tópico ni siquiera ha sido tema de debate.
¿Y por qué imponen los responsables políticos medidas punitivas contra los trabajadores en los países afectados por la deuda cuando es obviamente la tarea de los reguladores que para comenzar se impida el desarrollo de monstruosos desequilibrios?

Es fácil, es porque los trabajadores no tienen voz en el gobierno, por lo tanto las pérdidas pueden transferirse sobre sus espaldas sin muchos problemas. Es simplemente cosa de reducir salarios, recortar las prestaciones y destripar las pensiones. Finalmente, se pagan las deudas y los dueños de bonos reciben recompensas por sus malas inversiones. Es simplemente la antigua guerra de clases al estilo europeo.

Por tanto, decidme, ¿Por qué alguien querría formar parte de una unión semejante?

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