Significado y trascendencia ambiental de las políticas de
la Unión Europea
La política europea desde la crisis ambiental
Ecologista
Este artículo se basa en un ejercicio de política-ficción: intentar
interpretar las principales políticas de la UE como si las razones ambientales
hubieran sido sus directoras. Por supuesto es un ejercicio de ficción pues
ninguna política tiene una única motivación, sino una amalgama de muchas.
Tampoco en muchos de los casos que se van a describir a continuación la
coyuntura ambiental ha sido el agente principal. Sin embargo esta ficción nos
sirve para visibilizar que las condiciones ambientales probablemente estén más
en el centro de las políticas de nuestro tiempo de lo que pensamos e, incluso,
de lo que suponen quienes las redactan.
No hace falta argumentar en estas
páginas que vivimos en un mundo saturado en el que la escasez de recursos
básicos o, más bien, el alza de su precio, es un elemento clave a nivel
económico. Entre ellos destaca el petróleo y varios materiales estratégicos como
los fosfatos, el litio o las tierras raras.
Tampoco me voy a detener en explicar que los límites ambientales son una de
las razones últimas de la crisis que vive el capitalismo. Por ejemplo, una de
las causas fundamentales que dispararon el impago de hipotecas fue el alza de
los tipos de interés. Esta alza se vio motivada por un incremento de la
inflación. Y el factor central de ese aumento estuvo en la precio del petróleo
que, en parte, subió como consecuencia de su pico de producción. Respecto a la
génesis ambiental de esta crisis también podríamos discutir sobre la
imposibilidad de que un bien basado en recursos finitos (agua, suelo, línea de
costa...) como las urbanizaciones, pudiese seguir expandiéndose de forma
ilimitada.
Un tercer factor a considerar es la dependencia intrínseca del capitalismo
del consumo creciente de materia y energía. Nuestro sistema económico necesita
crecer para no colapsar y ese crecimiento solo lo puede hacer con un consumo en
ascenso de recursos.
El cuarto elemento importante de contexto sería la situación ambiental de la
Unión Europea (UE). Europa es un territorio pobre en recursos pero no por mala
fortuna, sino por su esquilmación durante los últimos siglos. De este modo la UE
ahora mismo es muy dependiente de las importaciones de recursos estratégicos de
todo el planeta. Por ejemplo, el 80% de las materias primas metálicas que
requiere y el 75% del petróleo. Además, el 70% de las manufacturas y bienes
industriales producidos en la UE dependen de minerales.
Es decir, que la UE necesita crecer de forma imperiosa, para lo que requiere
importar cantidades crecientes de recursos que están aumentando sus precios en
los mercados internacionales. Este es un elemento clave del contexto ambiental
de la UE.
Las políticas de la UE bajo el prisma ambiental
Repasaremos varias de las políticas fundamentales de la UE de los últimos
años desde la perspectiva del contexto descrito.
El euro
Una de los objetivos detrás del euro es crear una moneda fuerte con alta
capacidad de compra en el extranjero. Así la UE ha sido capaz de importar
materias primas de forma barata. Pero no solo, también distintas manufacturas,
de forma que la energía y los recursos necesarios para su producción también los
ha deslocalizado.
Además el euro ha sido la principal herramienta que ha permitido ir de
compras a las multinacionales europeas. Repsol, Iberdrola, Acciona, Agbar o
Sacyr jamás se habrían podido convertir en gigantes internacionales si hubieran
cotizado en pesetas. Así, la UE (sus empresas) ha sido capaz de tomar el control
sobre recursos naturales estratégicos a escala internacional como el agua, la
tierra o distintas fuentes energéticas.
Europa Global: compitiendo en el mundo
El euro no es la única vía para conseguir recursos a nivel internacional. Una
de las principales estrategias de la UE lleva el título “Europa Global:
compitiendo en el mundo”. Se basa fundamentalmente en la firma de toda una serie
de Tratados de Libre Comercio (TLC) y Tratados de Libre Inversión (TLI) con
distas áreas estratégicas. Esto está permitiendo a la UE favorecer el proceso de
deslocalización de la producción (saltando sobre la traba de los límites de
recursos en la UE), tener acceso a recursos en distintas partes del globo y
tomar su control a través de la compra de empresas o la privatización de los
recursos. Además, estos acuerdos están fomentando una rebaja de la protección
ambiental en los países signatarios para hacer más sencilla esta
apropiación.
La economía verde
Uno de los temas más sonados en los últimos meses, al calor de la Cumbre de
Río+20, ha sido el de la economía verde. Y uno de sus principales impulsores es
la UE. ¿Y qué es la economía verde? Consiste en convertir la crisis ambiental en
nuevos negocios mediante: 1) la privatización de los recursos escasos (agua,
tierra, biodiversidad); 2) la puesta en marcha de nuevas tecnologías que se
adapten a las nuevas circunstancias (cultivos modificados genéticamente para
resistir las nuevas condiciones climáticas) o supuestamente luchar contra la
crisis ambiental (captura y almacenamiento de carbono, geoingeniería); y 3) la
creación de nuevos mercados (derechos de emisiones de CO2, funciones
ecosistémicas). En todas estas facetas la UE tiene una posición ya de liderazgo
a nivel internacional.
Esto está en consonancia con las políticas de keynesianismo verde que, no
hace mucho, nos planteaban como salida a la crisis.
Estrategia UE2020
Esta es la principal estrategia que guía las políticas de la UE durante este
decenio. Uno de sus pilares clave es el energético, que está marcado por el
objetivo 20/20/20 (20% de renovables, 20% de aumento de la eficiencia energética
y 20% de reducción de emisiones en 2020 respecto al año 2000). En esa misma
tónica está la posición de la UE a favor (aunque con la boca pequeña) de un
Protocolo de Kioto II. Esta es una política que se explica por la fuerte
dependencia de la UE de importaciones de combustibles fósiles más que por la
vocación ambientalista de la Unión, ya que se conjuga con su intención de llegar
a un 10% de agrocarburantes (que tendrán que ser importados), su apuesta por la
captura y almacenamiento de carbono, su permisividad ante la fractura
hidráulica, el fracking (a pesar de la postura de varios de sus miembros
como Francia y Bulgaria y los fuertes impactos demostrados) o su aliento a
nuevas prospecciones (como es el caso de las que se plantean en las costas
españolas).
Otra de las patas de esta Estrategia UE2020 es la Estrategia de Materias
Primas que pretende tener acceso a escala internacional a los minerales que
requiere la economía de la UE apoyándose en la estrategia Europa Global.
Pacto Fiscal
El reciente Pacto Fiscal, que ha situado la austeridad como el eje central de
las políticas de la UE y de sus Estados miembros, también se puede leer bajo
desde una mirada ambiental.
En un contexto de precios del petróleo cada vez mayores, la globalización de
la producción y el consumo tiene los días contados. Desde esa perspectiva el
comercio tendrá que ser, necesariamente, más local. Bajo esta óptica encaja el
intento de Alemania de reforzar y profundizar unas relaciones centro-periferia
en el seno de la UE en las que reproducir las internacionales [i]. De este modo
Alemania está atesorando mayor poder político y económico. Sobre el poder
político no hace falta argumentar mucho, pues es obvio. Para la consecución del
económico podemos referir dos estrategias. Por un lado no tardaremos en ver
salir de compras a la banca alemana para adquirir los bancos y las empresas [ii], así como las nuevas
empresas privatizadas, de los países intervenidos.
Otro factor mediante el que Alemania consigue incrementar su poder económico
es el mantenimiento del euro, una de sus principales estrategias para exportar a
precios competitivos a su principal mercado, la UE, donde coloca el 60% de sus
exportaciones. Desde la introducción del euro la industria alemana ha más que
doblado sus exportaciones (que a comienzos de los noventa representaban el 20%
de su PNB y en 2010 el 46%). Si existiese la peseta o la lira, el marco a buen
seguro sería una moneda más fuerte que encarecería las exportaciones alemanas.
Con esta política Alemania gana por partida doble, por una parte tiene una
moneda que le permite comprar barato a nivel internacional y, por otra, no
pierde competitividad en su principal mercado. Con esto se sitúa en una posición
de ventaja en un mundo en el que el transporte vaya siendo cada vez más
caro.
Pero es más, la gestación de la crisis también ha tenido mucho que ver con
todo esto. Han sido los bancos alemanes (22%), franceses (20%) y británicos
(14%) los que han financiado a la banca española para que pudiese generar la
burbuja especulativa. Con ello la economía alemana ha ganado por los pingües
beneficios que le han reportado los préstamos, y porque el boom
inmobiliario generó un efecto riqueza en España que redundó en la compra de más
productos de exportación alemanes (y más liquidez para su sistema financiero que
se reinvertía, entre otras cosas, en préstamos a bancos de Estados periféricos
de la Unión).
Y esta fortaleza de la moneda única se está consiguiendo, en parte,
intentando tener una banca lo más saneada posible (es decir, que los
recursos escasos para el imposible pago de la deuda se desvíen hacia la banca
para que sean otros entes, especialmente la población, quien pague la crisis). A
la banca se le está ayudando mediante préstamos directos, reformas
legislativas que obligan a que tenga preferencia en el cobro al elaborar los
Presupuestos Generales de los Estados [iii] y mediante generosísimas subastas de
liquidez (en el último medio año el BCE ha decidido prestar a la banca europea 1
billón de euros a un ridículo 1% de interés, cantidad que equivale a todo el PIB
español, en dos subastas).
Finalmente, el Pacto Fiscal está obligando a un fuerte ajuste presupuestario
a todos los Estados de la UE, especialmente en los intervenidos. Una de las
formas en las que se está buscando sacar dinero como sea, es la rebaja de las
normativas ambientales para incrementar la explotación del entorno y sacarle el
máximo partido económico. Esto es palmario en el caso español (la reforma de la
Ley de Costas es un buen ejemplo). De este modo, la crisis ambiental no está
solo en el origen de muchas de las políticas de la UE, sino que termina siendo
consecuencia de ellas en una secuencia totalmente irracional. Esto también lo
podríamos leer bajo la perspectiva de que los Estados centrales de la UE quieren
tener el máximo acceso a los recursos periféricos, promoviendo en los PIIGS [iv] una rebaja de la
normativa, como ya se hizo a nivel internacional mediante los TLC y los TLI.
Todo esto mientras Alemania está llevando a cabo el apagón nuclear y, en
paralelo, desarrollando las renovables. Para ello está contando con la generosa
aportación económica de España (por ejemplo a través del efecto rebote de la
crisis de la deuda por el cual el Estado alemán se está financiado gratis en los
mercados internacionales). En paralelo España refuerza su posición dependiente
empujada por las políticas alemanas (y la necedad de sus dos últimos Gobiernos)
recortando las ayudas a las renovables.
Notas y referencias
i Aunque esto también lo está
haciendo a nivel interno: el sector de salarios bajos en Alemania, que en 1995
implicaba al 15% de los/as trabajadores/as, emplea hoy al 25%.
ii Por ejemplo, Bankia tendrá
que vender en los próximos meses sus participaciones no relacionadas con el
negocio bancario para cumplir con las condiciones impuestas por el rescate
europeo. Entre las participaciones de Bankia en empresas cotizadas se encuentra
un 20% de la tecnológica Indra, un 12% de International Airlines Group y un 5,3%
de Iberdrola. Las tres corresponden a sectores clave en la gestión de la crisis
ambiental.
iii Las reformas
constitucionales como la española marcan esto claramente en la máxima
legislación.
iv Portugal, Italia, Irlanda,
Grecia y España.
izar que las condiciones ambientales probablemente estén más en el centro de
las políticas de nuestro tiempo de lo que pensamos e, incluso, de lo que suponen
quienes las redactan.
Luis González Reyes es miembro de Ecologistas en
Acción
Fuente: Revista Ecologista nº 75
Fuente: Revista Ecologista nº 75
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