Por Mike Whitney - CounterPunch
Imaginad cuál sería vuestra reacción si el gobierno mexicano aceptara pagar a Barack Obama 1.400 millones de dólares para que envíe tropas y vehículos blindados estadounidenses a Nueva York, Los Angeles y Chicago, para realizar operaciones militares, establecer puntos de control, y realizar tiroteos que terminen por matar a 35.000 civiles estadounidenses en las calles de las ciudades de EE.UU.
Si el gobierno mexicano tratara a EE.UU. de esa manera, ¿lo consideraríais como amigo o enemigo? Así trata EE.UU. a México, y lo hace desde 2006.
La política de EE.UU. hacia México –la Iniciativa Mérida– es una pesadilla. Ha debilitado la soberanía mexicana, corrompido el sistema político, y militarizado el país. También ha llevado a las muertes violentas de miles de civiles en su mayoría pobres. Pero a Washington le importa un pepino el “daño colateral” mientras pueda vender más armas, fortalecer su régimen de libre comercio, y blanquear más beneficios de la droga en sus grandes bancos. Entonces todo va a las mil maravillas.
¿Tiene sentido dignificar esta carnicería llamándola “Guerra contra la Droga”?
No tiene sentido. Lo que vemos es una gigantesca toma del poder por el gran capital, las grandes finanzas y los servicios de inteligencia de EE.UU. Obama simplemente hace lo que se les antoja, motivo por el cual –no es sorprendente– las cosas se han puesto mucho peor en su gobierno. Obama no solo ha aumentado los fondos para el Plan México (alias Mérida), sino también ha enviado más agentes estadounidenses para que trabajen en la clandestinidad mientras drones de EE.UU. realizan su trabajo de vigilancia. ¿Comprendéis? No es una pequeña redada antidroga: es otro capítulo en la Guerra de EE.UU. contra la Civilización.
Lo que sigue es un pasaje de un artículo en CounterPunch de Laura Carlsen que da algunos antecedentes:
“La guerra de la droga se ha convertido en el mayor vehículo de militarización en Latinoamérica. Es un vehículo financiado e impulsado por el gobierno de EE.UU. y alimentado por una combinación de falsa moral, hipocresía y mucho miedo fuerte e irracional. La así llamada “guerra contra la droga” es en realidad una guerra contra la gente, especialmente los jóvenes, las mujeres, los pueblos indígenas y los disidentes. La guerra contra la droga se ha convertido en el principal camino para que el Pentágono ocupe y controle países a costa de sociedades completas, y muchas, muchas vidas.
“La militarización en nombre de la guerra contra la droga ocurre con más rapidez y más a fondo de lo que la mayoría probablemente esperábamos bajo el gobierno de Obama. El acuerdo para establecer bases en Colombia, suspendido posteriormente, envió una de las primeras señales de la estrategia. Y hemos visto la extensión indefinida de la Iniciativa Mérida en México y Centroamérica, e incluso, lamentablemente, que barcos de guerra han sido enviados a Costa Rica, una nación con una historia de paz y sin ejército…
“La Iniciativa Mérida financia intereses de EE.UU. para entrenar fuerzas de seguridad, suministrar tecnología de inteligencia y guerra, dar consejos sobre la reforma de los sistemas de justicia y promover los derechos humanos – todo en México.” (The Drug War Can't Be Improved, It Can Only be Ended, Laura Carlsen, Counterpunch)
Si tiene la apariencia de que Obama estuviera haciendo lo posible por convertir a México en una dictadura militar, es porque lo está haciendo. El Plan México es un engaño que oculta los verdaderos motivos del gobierno, que son asegurar que los fastuosos beneficios del narcotráfico terminen en los bolsillos deseados. De eso se trata, de mucho dinero. Y por eso el número de víctimas fatales ha aumentado vertiginosamente mientras la credibilidad del gobierno mexicano ha caído al nivel más bajo en décadas. La política de EE.UU. convierte grandes áreas del país en campos de la muerte, y la situación sigue empeorando.
En la siguiente entrevista, Charles Bowden describe cómo es la vida de la gente que vive en la Zona Cero en la guerra de la droga: Juárez, México:
“Esto pasa en una ciudad en donde hay personas que viven en cajas de cartón. Diez mil negocios fueron abandonados o cerrados el año pasado. De treinta a sesenta mil personas de Juárez, principalmente los más ricos, se han trasladado del otro lado del río, a El Paso, en busca de seguridad, incluyendo al alcalde de Juárez, a quien le gusta pasar tiempo en El Paso. El editor del periódico de Ciudad Juárez vive en El Paso. Entre 100.000 y 400.000 personas simplemente han abandonado la ciudad. Una buena parte del problema es económico, no es sólo por la violencia. Al menos 100.000 puestos de trabajo en las fábricas que se encuentran en la frontera han desaparecido durante la recesión debido a la competencia de Asia. Existen entre 500 a 900 pandillas y bandas criminales, las estimaciones varían.
“A eso hay que añadir 10.000 soldados y agentes de la policía federal que merodean por los alrededores. Te encuentras con una ciudad en la que nadie sale por la noche, donde los pequeños negocios son extorsionados, donde, según datos oficiales, 20.000 automóviles fueron robados el año pasado y más de 2.600 personas fueron asesinadas. Una ciudad en la que nadie hace un seguimiento de las personas que han sido secuestradas y no han vuelto a aparecer, donde nadie cuenta el número de personas enterradas en fosas secretas, algunas de las cuales, milagrosamente, cada tanto consiguen abrirse paso hacia la superficie, desenterrarse. Te encuentras con una situación desastrosa. Y hay un millón de personas atrapadas en la ciudad que son demasiado pobres para irse. Ese es el estado de la ciudad.” (Charles Bowden, Democracy Now)
No se trata de la droga; se trata de una política exterior demencial que apoya ejércitos testaferros para imponer el orden mediante la represión y la militarización de un Estado policial. Se trata de expandir el poder de EE.UU. aumentando los beneficios en Wall Street.
A continuación reproducimos más antecedentes del autor Lawrence M. Vance de la Fundación por el Futuro de la Libertad:
“Una cantidad desconocida de agentes del mantenimiento del orden de EE.UU. trabajan en México… la DEA (Agencia Antidrogas de EE.UU.) tiene más de 60 agentes en México. Además hay 40 agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU., 20 encargados del Servicio de Alguaciles de EE.UU., y 18 agentes de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, más agentes del FBI, del Departamento de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (U.S. Citizen and Immigration Service), la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, Servicio Secreto, Guardacostas, y de la Agencia Americana de Seguridad en el Tráfico NHTSA. El Departamento de Estado mantiene una Sección de Asuntos de Narcóticos. EE.UU. también ha suministrado helicópteros, perros detectores de drogas, y unidades de polígrafo para seleccionar a candidatos a los servicios de mantenimiento del orden.
“Drones de EE.UU. espían escondites de cárteles, y radiobalizas de localización estadounidenses ubican a coches y teléfonos de sospechosos, agentes de EE.UU. localizan las balizas, rastrean llamados de teléfonos móviles, leen correos electrónicos, estudian modelos conductuales de incursiones fronterizas, siguen rutas de contrabando, y procesan datos sobre narcotraficantes, blanqueadores de capitales, y jefes de los cárteles. Según un antiguo fiscal mexicano contra la droga, no existen restricciones según la ley de EE.UU. para que agentes estadounidenses realicen escuchas de cualquiera en México, mientras no esté en EE.UU. ni pinchen los teléfonos de ciudadanos estadounidenses. ("Why Is the U.S. Fighting Mexico's Drug War?" Laurence M. Vance, The Future of Freedom Foundation)
No se trata de política exterior: es una ocupación más por EE.UU. Y, ¿adivinad quién gana en abundancia en el gran juego de este sórdido engañito? Wall Street. Así es, los grandes bancos obtienen su parte, como siempre lo hacen. Considerad este pasaje de un artículo de James Petras, titulado “Cómo los beneficios de la droga salvaron el capitalismo”. Es un gran resumen de los objetivos que conforman la política:
“Mientras el Pentágono arma al gobierno mexicano y la Drug Enforcement Agency (DEA) promueve la solución militar, los más grandes bancos de EE.UU. recaudan, blanquean y transfieren cientos de miles de millones de dólares anuales de y a las cuentas de los capos de la droga, para comprar armas modernas, pagar ejércitos privados de asesinos y corromper a políticos y agentes del orden a ambos lados de la frontera.
“Las ganancias de la droga, en su sentido más básico, se realizan a través de la capacidad de blanqueo de fondos y realización de transacciones del sistema bancario de EE.UU. La escala y el alcance de esta alianza entre el cártel de la droga y el citado sistema bancario superan con creces cualquier otra actividad económica del sistema bancario privado estadounidense. Un solo banco –Wachovia– blanqueó 378.300 millones de dólares entre el 1 de mayo 2004 y el 31 de mayo de 2007 (The Guardian, 11.5.2011). Todos los bancos importantes de EE.UU. han sido en un momento u otro socios financieros activos de los criminales cárteles de la droga: Bank of America, Citibank, JP Morgan, así como otros bancos extranjeros que operan en Nueva York, Miami y Los Ángeles.
“Si bien los principales bancos de EE.UU. son los motores económicos que permiten que siga en funcionamiento este multimillonario imperio de la droga, la Casa Blanca, el Congreso de EE.UU. y los organismos oficiales de lucha contra la droga son los protectores básicos de los bancos… El blanqueo de dinero de la droga es una de las fuentes más lucrativas de beneficio de todos los bancos de Wall Street: cobran altas comisiones y prestan a entidades de crédito a tasas de interés muy superiores a lo que pagan –cuando lo hacen– a los narcotraficantes por sus depósitos… Inundados de beneficios blanqueados de la droga, esos titanes estadounidenses del mundo de las finanzas pueden comprar fácilmente a sus propios funcionarios elegidos para perpetuar el sistema.” (Imperialismo, banqueros, guerra de la droga y genocidio, James Petras, www.petras.lahaine.org )
Repito: “Cada banco importante en EE.UU. ha servido como un socio financiero activo de cárteles asesinos de la droga…”
La Guerra contra la Droga es un fraude. No tiene que ver con interdicción; tiene que ver con control. Washington provee la fuerza para que los bancos puedan acumular el gran dinero. Una mano lava a la otra, igual que en la Mafia.
La política de EE.UU. hacia México –la Iniciativa Mérida– es una pesadilla. Ha debilitado la soberanía mexicana, corrompido el sistema político, y militarizado el país. También ha llevado a las muertes violentas de miles de civiles en su mayoría pobres. Pero a Washington le importa un pepino el “daño colateral” mientras pueda vender más armas, fortalecer su régimen de libre comercio, y blanquear más beneficios de la droga en sus grandes bancos. Entonces todo va a las mil maravillas.
¿Tiene sentido dignificar esta carnicería llamándola “Guerra contra la Droga”?
No tiene sentido. Lo que vemos es una gigantesca toma del poder por el gran capital, las grandes finanzas y los servicios de inteligencia de EE.UU. Obama simplemente hace lo que se les antoja, motivo por el cual –no es sorprendente– las cosas se han puesto mucho peor en su gobierno. Obama no solo ha aumentado los fondos para el Plan México (alias Mérida), sino también ha enviado más agentes estadounidenses para que trabajen en la clandestinidad mientras drones de EE.UU. realizan su trabajo de vigilancia. ¿Comprendéis? No es una pequeña redada antidroga: es otro capítulo en la Guerra de EE.UU. contra la Civilización.
Lo que sigue es un pasaje de un artículo en CounterPunch de Laura Carlsen que da algunos antecedentes:
“La guerra de la droga se ha convertido en el mayor vehículo de militarización en Latinoamérica. Es un vehículo financiado e impulsado por el gobierno de EE.UU. y alimentado por una combinación de falsa moral, hipocresía y mucho miedo fuerte e irracional. La así llamada “guerra contra la droga” es en realidad una guerra contra la gente, especialmente los jóvenes, las mujeres, los pueblos indígenas y los disidentes. La guerra contra la droga se ha convertido en el principal camino para que el Pentágono ocupe y controle países a costa de sociedades completas, y muchas, muchas vidas.
“La militarización en nombre de la guerra contra la droga ocurre con más rapidez y más a fondo de lo que la mayoría probablemente esperábamos bajo el gobierno de Obama. El acuerdo para establecer bases en Colombia, suspendido posteriormente, envió una de las primeras señales de la estrategia. Y hemos visto la extensión indefinida de la Iniciativa Mérida en México y Centroamérica, e incluso, lamentablemente, que barcos de guerra han sido enviados a Costa Rica, una nación con una historia de paz y sin ejército…
“La Iniciativa Mérida financia intereses de EE.UU. para entrenar fuerzas de seguridad, suministrar tecnología de inteligencia y guerra, dar consejos sobre la reforma de los sistemas de justicia y promover los derechos humanos – todo en México.” (The Drug War Can't Be Improved, It Can Only be Ended, Laura Carlsen, Counterpunch)
Si tiene la apariencia de que Obama estuviera haciendo lo posible por convertir a México en una dictadura militar, es porque lo está haciendo. El Plan México es un engaño que oculta los verdaderos motivos del gobierno, que son asegurar que los fastuosos beneficios del narcotráfico terminen en los bolsillos deseados. De eso se trata, de mucho dinero. Y por eso el número de víctimas fatales ha aumentado vertiginosamente mientras la credibilidad del gobierno mexicano ha caído al nivel más bajo en décadas. La política de EE.UU. convierte grandes áreas del país en campos de la muerte, y la situación sigue empeorando.
En la siguiente entrevista, Charles Bowden describe cómo es la vida de la gente que vive en la Zona Cero en la guerra de la droga: Juárez, México:
“Esto pasa en una ciudad en donde hay personas que viven en cajas de cartón. Diez mil negocios fueron abandonados o cerrados el año pasado. De treinta a sesenta mil personas de Juárez, principalmente los más ricos, se han trasladado del otro lado del río, a El Paso, en busca de seguridad, incluyendo al alcalde de Juárez, a quien le gusta pasar tiempo en El Paso. El editor del periódico de Ciudad Juárez vive en El Paso. Entre 100.000 y 400.000 personas simplemente han abandonado la ciudad. Una buena parte del problema es económico, no es sólo por la violencia. Al menos 100.000 puestos de trabajo en las fábricas que se encuentran en la frontera han desaparecido durante la recesión debido a la competencia de Asia. Existen entre 500 a 900 pandillas y bandas criminales, las estimaciones varían.
“A eso hay que añadir 10.000 soldados y agentes de la policía federal que merodean por los alrededores. Te encuentras con una ciudad en la que nadie sale por la noche, donde los pequeños negocios son extorsionados, donde, según datos oficiales, 20.000 automóviles fueron robados el año pasado y más de 2.600 personas fueron asesinadas. Una ciudad en la que nadie hace un seguimiento de las personas que han sido secuestradas y no han vuelto a aparecer, donde nadie cuenta el número de personas enterradas en fosas secretas, algunas de las cuales, milagrosamente, cada tanto consiguen abrirse paso hacia la superficie, desenterrarse. Te encuentras con una situación desastrosa. Y hay un millón de personas atrapadas en la ciudad que son demasiado pobres para irse. Ese es el estado de la ciudad.” (Charles Bowden, Democracy Now)
No se trata de la droga; se trata de una política exterior demencial que apoya ejércitos testaferros para imponer el orden mediante la represión y la militarización de un Estado policial. Se trata de expandir el poder de EE.UU. aumentando los beneficios en Wall Street.
A continuación reproducimos más antecedentes del autor Lawrence M. Vance de la Fundación por el Futuro de la Libertad:
“Una cantidad desconocida de agentes del mantenimiento del orden de EE.UU. trabajan en México… la DEA (Agencia Antidrogas de EE.UU.) tiene más de 60 agentes en México. Además hay 40 agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU., 20 encargados del Servicio de Alguaciles de EE.UU., y 18 agentes de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, más agentes del FBI, del Departamento de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (U.S. Citizen and Immigration Service), la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, Servicio Secreto, Guardacostas, y de la Agencia Americana de Seguridad en el Tráfico NHTSA. El Departamento de Estado mantiene una Sección de Asuntos de Narcóticos. EE.UU. también ha suministrado helicópteros, perros detectores de drogas, y unidades de polígrafo para seleccionar a candidatos a los servicios de mantenimiento del orden.
“Drones de EE.UU. espían escondites de cárteles, y radiobalizas de localización estadounidenses ubican a coches y teléfonos de sospechosos, agentes de EE.UU. localizan las balizas, rastrean llamados de teléfonos móviles, leen correos electrónicos, estudian modelos conductuales de incursiones fronterizas, siguen rutas de contrabando, y procesan datos sobre narcotraficantes, blanqueadores de capitales, y jefes de los cárteles. Según un antiguo fiscal mexicano contra la droga, no existen restricciones según la ley de EE.UU. para que agentes estadounidenses realicen escuchas de cualquiera en México, mientras no esté en EE.UU. ni pinchen los teléfonos de ciudadanos estadounidenses. ("Why Is the U.S. Fighting Mexico's Drug War?" Laurence M. Vance, The Future of Freedom Foundation)
No se trata de política exterior: es una ocupación más por EE.UU. Y, ¿adivinad quién gana en abundancia en el gran juego de este sórdido engañito? Wall Street. Así es, los grandes bancos obtienen su parte, como siempre lo hacen. Considerad este pasaje de un artículo de James Petras, titulado “Cómo los beneficios de la droga salvaron el capitalismo”. Es un gran resumen de los objetivos que conforman la política:
“Mientras el Pentágono arma al gobierno mexicano y la Drug Enforcement Agency (DEA) promueve la solución militar, los más grandes bancos de EE.UU. recaudan, blanquean y transfieren cientos de miles de millones de dólares anuales de y a las cuentas de los capos de la droga, para comprar armas modernas, pagar ejércitos privados de asesinos y corromper a políticos y agentes del orden a ambos lados de la frontera.
“Las ganancias de la droga, en su sentido más básico, se realizan a través de la capacidad de blanqueo de fondos y realización de transacciones del sistema bancario de EE.UU. La escala y el alcance de esta alianza entre el cártel de la droga y el citado sistema bancario superan con creces cualquier otra actividad económica del sistema bancario privado estadounidense. Un solo banco –Wachovia– blanqueó 378.300 millones de dólares entre el 1 de mayo 2004 y el 31 de mayo de 2007 (The Guardian, 11.5.2011). Todos los bancos importantes de EE.UU. han sido en un momento u otro socios financieros activos de los criminales cárteles de la droga: Bank of America, Citibank, JP Morgan, así como otros bancos extranjeros que operan en Nueva York, Miami y Los Ángeles.
“Si bien los principales bancos de EE.UU. son los motores económicos que permiten que siga en funcionamiento este multimillonario imperio de la droga, la Casa Blanca, el Congreso de EE.UU. y los organismos oficiales de lucha contra la droga son los protectores básicos de los bancos… El blanqueo de dinero de la droga es una de las fuentes más lucrativas de beneficio de todos los bancos de Wall Street: cobran altas comisiones y prestan a entidades de crédito a tasas de interés muy superiores a lo que pagan –cuando lo hacen– a los narcotraficantes por sus depósitos… Inundados de beneficios blanqueados de la droga, esos titanes estadounidenses del mundo de las finanzas pueden comprar fácilmente a sus propios funcionarios elegidos para perpetuar el sistema.” (Imperialismo, banqueros, guerra de la droga y genocidio, James Petras, www.petras.lahaine.org )
Repito: “Cada banco importante en EE.UU. ha servido como un socio financiero activo de cárteles asesinos de la droga…”
La Guerra contra la Droga es un fraude. No tiene que ver con interdicción; tiene que ver con control. Washington provee la fuerza para que los bancos puedan acumular el gran dinero. Una mano lava a la otra, igual que en la Mafia.
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