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Vásquez Kunze ratificó que Humala deberá apelar antes que nada al diálogo franco y directo con los pueblos y comunidades reclamantes para resolver todos estos conflictos que han erupcionado, con inusitada virulencia, en las postrimerías del segundo quinquenio aprista.
“Lo que pasa es que este gobierno de Alan García está ya de salida, y ya no quiere comprometerse a resolver las cosas cuando se salen de control. Cualquier administración sabe que en un conflicto social, cuando las situaciones llegan a un punto de desobediencia de la Ley, tiene que resolverlo mediante la fuerza pública. Y eso tiene un costo político que el régimen aprista no quiere asumir”, advirtió.
Sin embargo, criticó la dejadez interesada de García por hacer que la conflictividad se desboque en un caos generalizado que complique la gobernabilidad del país a la gestión entrante de Gana Perú. “Es su responsabilidad. Ellos, hasta el último día, tienen que mantener el control del país. Entonces, es evidente que ya se está viendo una especie de anarquía final del gobierno aprista y esa situación la va a tener que resolver el nuevo presidente”, subrayó.
En todo caso, recordó que todo nuevo presidente que asume el poder, como es el caso de Ollanta Humala, no debe perder, bajo ningún punto de vista, la percepción de autoridad. “Si no la tiene, va a tener la percepción de la debilidad. Y eso es fatal, sobre todo cuando existe una gran conmoción social”, enfatizó.
Alertó igualmente sobre el peligro que el país pueda balcanizarse si la resolución de los diferentes conflictos y reclamaciones sociales no son adecuada y convenientemente abordados, sin transgredir la legislación nacional y constitucional. “Aquí lo único que nos une es la existencia de un Estado central, y todo lo demás. Pero si esto llega a contradecirse, entonces tendremos que dejar de pensar en la República que actualmente conocemos, para fraccionarnos en pequeños cantones regionales y/o federales”, dijo.
El congresista Víctor Andrés García Belaunde coincidió en señalar que la solución de los conflictos regionales y sociales deberá asumirlas, con todo su rigor, el nuevo jefe de Estado, ya que “el régimen de García no está interesado en darle solución a nada”.
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