La televisión oficial de Libia informó este martes sobre nuevos bombardeos en Trípoli (capital) y Sirte al noroeste de la nación norafricana que ya lleva un mes bajo el fuego de los bombardeos de las fuerzas imperiales, que atacaron con el pretexto de proteger a los civiles libios.
La cadena de televisión oficial Libia TV, citó fuentes militares, e indicó que los ataques de los aviones de la Alianza Atlántica se produjeron a primera hora de la mañana de este martes. Sin embargo, no dio detalles sobre los objetivos alcanzados.
No se precisó tampoco si las bombas causaron víctimas o daños materiales, y se limitó a calificar estos ataques como una "agresión colonial realizada por cruzados".
A pesar de las continuas arremetidas contra el país africano, la campaña internacional da muestras de estancamiento, agravado por las divisiones de los países de la OTAN sobre la estrategia a seguir para sacar de la batalla al líder libio, Muammar Al Gaddafi y el apoyo que requieren los rebeldes, pues muchos no quieren reforzar el armamento de la oposición.
"Me temo que, por muy frustrante que sea, debamos aceptar que en términos militares estemos ante un estancamiento y seguiremos así hasta que los libios negocien una solución. Debemos ser pacientes", advirtió el experto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Nick Witney.
El pasado 19 de marzo comenzaron las primeras acciones de la llamada coalición internacional, que abrió fuego contra objetivos de las tropas de Gaddafi. Estos hechos bajo mandato de Naciones Unidas fueron consideradas satisfactorias por las naciones occidentales.
La fuerza colonialista liderada por Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, fue "un gran éxito, puesto que si no hubiésemos intervenido, hubiera sido una catástrofe humanitaria y geopolítica", manifestó Witney.
Los primeros bombardeos evitaban que los leales retomaran el control de Benghazi (este), bastión de los rebeldes. Sin embargo, los soldados de Gaddafi han podido avanzar al oriente del país.
El objetivo ya no es frenar a los leales, sino sacar al líder libio del poder, con la ayuda de la intervención militar cuya dirección asumió el 31 de marzo la OTAN.
Nuevamente Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña reclamaron recientemente, una carta conjunta, la salida de Gaddafi, quien fuera un aliado y comprador de armas en los últimos años, estimando "inimaginable" el futuro de Libia bajo su liderazgo.
Ante la fortaleza del líder libio y sin señales de amedrentamiento, el secretario general de la Alianza Anders Fogh Rasmussen, prometió la semana pasada que mantendrán "la presión tanto tiempo como sea necesario" sobre Gaddafi, pero admitió también estar corto de recursos militares.
Por su parte, el presidente del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea, Álvaro de Vasconcelos, aseguró que desde que Estados Unidos pasó el poder a la OTAN (sobre Libia), "nos estamos dando cuenta de que la operación tiene muchas debilidades".
Frente al mencionado estancamiento que se ha instalado en Libia, las naciones de la Alianza debaten sobre la necesidad de brindar un mayor apoyo a los rebeldes, como la entrega de armas. Pero la medida ha levantado más divisiones que consenso.
De Vasconcelos afirma que la suerte de la ciudad oriental de Misrata, bombardeada desde hace dos meses, podría precipitar la caída del líder.
"Misrata es la cuestión clave. Si la comunidad internacional es capaz de proteger Misrata y permitir a los insurgentes controlar la ciudad, será el fin para Gaddafi", aseguró.
La cadena de televisión oficial Libia TV, citó fuentes militares, e indicó que los ataques de los aviones de la Alianza Atlántica se produjeron a primera hora de la mañana de este martes. Sin embargo, no dio detalles sobre los objetivos alcanzados.
No se precisó tampoco si las bombas causaron víctimas o daños materiales, y se limitó a calificar estos ataques como una "agresión colonial realizada por cruzados".
A pesar de las continuas arremetidas contra el país africano, la campaña internacional da muestras de estancamiento, agravado por las divisiones de los países de la OTAN sobre la estrategia a seguir para sacar de la batalla al líder libio, Muammar Al Gaddafi y el apoyo que requieren los rebeldes, pues muchos no quieren reforzar el armamento de la oposición.
"Me temo que, por muy frustrante que sea, debamos aceptar que en términos militares estemos ante un estancamiento y seguiremos así hasta que los libios negocien una solución. Debemos ser pacientes", advirtió el experto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Nick Witney.
El pasado 19 de marzo comenzaron las primeras acciones de la llamada coalición internacional, que abrió fuego contra objetivos de las tropas de Gaddafi. Estos hechos bajo mandato de Naciones Unidas fueron consideradas satisfactorias por las naciones occidentales.
La fuerza colonialista liderada por Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, fue "un gran éxito, puesto que si no hubiésemos intervenido, hubiera sido una catástrofe humanitaria y geopolítica", manifestó Witney.
Los primeros bombardeos evitaban que los leales retomaran el control de Benghazi (este), bastión de los rebeldes. Sin embargo, los soldados de Gaddafi han podido avanzar al oriente del país.
El objetivo ya no es frenar a los leales, sino sacar al líder libio del poder, con la ayuda de la intervención militar cuya dirección asumió el 31 de marzo la OTAN.
Nuevamente Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña reclamaron recientemente, una carta conjunta, la salida de Gaddafi, quien fuera un aliado y comprador de armas en los últimos años, estimando "inimaginable" el futuro de Libia bajo su liderazgo.
Ante la fortaleza del líder libio y sin señales de amedrentamiento, el secretario general de la Alianza Anders Fogh Rasmussen, prometió la semana pasada que mantendrán "la presión tanto tiempo como sea necesario" sobre Gaddafi, pero admitió también estar corto de recursos militares.
Por su parte, el presidente del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea, Álvaro de Vasconcelos, aseguró que desde que Estados Unidos pasó el poder a la OTAN (sobre Libia), "nos estamos dando cuenta de que la operación tiene muchas debilidades".
Frente al mencionado estancamiento que se ha instalado en Libia, las naciones de la Alianza debaten sobre la necesidad de brindar un mayor apoyo a los rebeldes, como la entrega de armas. Pero la medida ha levantado más divisiones que consenso.
De Vasconcelos afirma que la suerte de la ciudad oriental de Misrata, bombardeada desde hace dos meses, podría precipitar la caída del líder.
"Misrata es la cuestión clave. Si la comunidad internacional es capaz de proteger Misrata y permitir a los insurgentes controlar la ciudad, será el fin para Gaddafi", aseguró.
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